miércoles, 27 de abril de 2011

¿FORMANDO MAESTROS?

EL CURRÍCULO DEL NADADOR
Jacques Busquet


     Imagínese una escuela de natación que dedicara un año a enseñar anatomía y fisiología de la natación, psicología del nadador, química del agua y formación de los océanos, costos unitarios de las piscinas por usuario, sociología de la natación (natación y clases sociales), antropología de la natación (el hombre y el agua) y, desde luego, la historia mundial de la natación, desde los egipcios hasta nuestros días.
     Todo esto, evidentemente, a base de cursos magistrales, libros y pizarras, pero sin agua.
     En una segunda etapa se llevaría a los alumnos-nadadores a observar durante otros varios meses a nadadores experimentados.
     Y después de esta sólida preparación, se les lanzaría al mar, en aguas bien profundas, un día de temporal de enero.


miércoles, 30 de marzo de 2011

TENEMOS QUE DESENSEÑAR A DESAPRENDER CÓMO SE DESHACEN LAS COSAS

SOBRE LA ESCUELA


Siempre quiso decir algo. Pero nadie lo comprendió.
Siempre quiso explicar algo. Pero a nadie le importó.
Entonces, dibujó.
Algunas veces solo dibujaba, pero sus dibujos no representaban nada.
Quería grabarlo en la piedra o escribirlo en el cielo.
Se tumbaba en la hierba y miraba el cielo.
Y era solo él, y el cielo y las cosas de su interior que necesitaba expresar.
Y fue después de esto cuando dibujó el cuadro.
Era un bonito cuadro.
Lo guardó debajo de la almohada y no dejaba que nadie lo viera.
Lo miraba, cada noche, y pensaba en él.
Y cuando oscurecía y tenía los ojos cerrados, todavía podía verlo.
Y era todo suyo. Y lo amaba.
Cuando comenzó a ir a la escuela, lo llevó con él.
No se lo enseñó a nadie, era como un amigo.
Era divertido ir a la escuela.
Se sentaba en una mesa cuadrada y marrón
como todas las mesas cuadradas y marrones
y pensaba que deberían ser rojas.
Y su clase era una habitación cuadrada y marrón. Como todas las clases.
Y era pequeña y cerrada y fría.
Odiaba sujetar el lápiz o la tiza con el brazo rígido y los dos pies en el suelo.
Con el profesor controlando y controlando.
Y tenía que escribir números. Y no significaban nada.
Eran peores que las letras, ya que las letras pueden tener significado si las pones juntas.
Y los números eran estrechos y cuadrados, y todo era odioso.
Se acercó el profesor y le habló. Y le dijo
que tenía que llevar corbata como los otros niños.
Respondió que no le gustaba y el profesor dijo
que no le importaba.
Después dibujaron. Y dibujó todo amarillo
porque así era como se sentía esa mañana. Y era bonito.
El profesor se acercó y le sonrió: “¿Qué es esto?” preguntó.
“¿Por qué no haces un dibujo como el de Ken?
¿No te gusta?...” Todo eran preguntas.
Después de esto, su madre le compró una corbata.
Y ya siempre dibujó aviones y cohetes como los demás niños.
Y tiró el viejo cuadro.
Y cuando se tumbaba a mirar el cielo,
era grande y azul, pero él ya no fue el mismo, nunca más.
Su interior se volvió cuadrado y marrón,
y sus manos se hicieron rígidas, y era como todo el mundo.
Y ya nunca volvió a tener necesidad de expresar sus sentimientos.
Lo que tenía dentro había dejado de empujar.
Estaba aplastado. Frío. Como todo lo demás.
De Pike, Greig y Selby: Los derechos de la Tierra. Como si el planeta realmente importara.

lunes, 10 de enero de 2011

¿EDUCAMOS ÁGUILAS O GALLINAS?

EL ÁGUILA-GALLO
Anónimo


Un hombre encontró un huevo de águila, lo llevó a su gallinero y lo dejó allí para que eclosionara. 
Pasados unas semanas, del huevo nació un aguilucho que inmediatamente se unió a los otros pollitos que nacieron en esas fechas.
El aguilucho creció creyendo que era un pollo y como tal se comportaba, escarbando en busca de alimento y cacareando como los demás en el gallinero.
Un día, levantó la mirada y, sobre su cabeza, vio unas aves magníficas que de manera majestuosa surcaban los aires. Se preguntó quiénes eran aquellos seres maravillosos que volaban tan alto y con tanta elegancia. Otro pollo, más viejo que él, le dijo:
    - Esas son águilas, las reinas de las aves, majestuosas e imponentes, dueñas del aire. Pero tú y yo somos diferentes: sólo somos unos pollos que no podemos ni soñar con ser como ellas.
Y el águila que se creía un pollo, siguió creyéndoselo y nunca remontó el vuelo.
No decidas lo que los niños pueden o no pueden llegar a hacer. 
Simplemente déjalos volar.